Debido a mi anterior trabajo tuve la oportunidad de viajar por toda Europa. Y viajar mucho. Algo que me fascinaba de las largas horas de avión y aeropuertos era poder observar en primera fila lo variado de las costumbres y comportamientos de las personas según su nacionalidad.
Una de las cosas que más me llamó la atención desde el primer viaje que hice a un país escandinavo, concretamente a Suecia, fue la facilidad con la que las familias formadas por papá/mamá (con sus posibles variaciones) y 3 o 4 churumbeles de consecutivas edades, se cogían los bártulos y se iban a cualquier parte del mundo de vacaciones. ¡Y tan contentos!
Eso es algo que rara vez verás en una familia de cualquier otra parte de Europa. Y ahora podríamos entrar en debates cómo «es que con el salario de un sueco, ellos se lo pueden permitir» o, «tienen otro tipo de educación, se adaptan más fácilmente a entornos desconocidos»… ¿Saben lo que creo yo? que es una cuestión de costumbres, sin más. Por lo general, no nos gusta complicarnos la vida, y simplemente con pensar en viajar con un bebé o niño pequeño, ya empezamos a sudar y a resoplar. Y si hablamos de hacerlo con dos o más, es que ni siquiera nos planteamos ningún viaje que vaya más allá de coger el coche e irnos al lugar de costa más cercano.
Sin embargo, la industria turística cada vez es más consciente de las necesidades básicas de viajar con peques y pone a nuestra disposición muchísimas opciones que nos hacen la vida más fácil al ir de viaje en familia (de todas ellas hablaré con más detenimiento en próximas entradas del blog):
– Destinos turísticos «family-friendly», cómo Gran Canaria – Alojamientos ideales para familias – Empresas de servicios enfocados a familias: excursiones o tours, alquiler de equipamiento infantil, servicio de niñeras, etc. – Productos innovadores para hacer el viaje y la estancia mucho más cómoda para toda la familia como las soluciones que ofrecen Koala Kloud o Trunki. |
Además de todo esto, son múltiples los beneficios de viajar en familia y que deberían ser suficiente no solo para que no dejásemos de viajar aunque un peque (o varios) haya llegado a nuestra vida, ¡sino que nos deberían hacer querer viajar aún más!. Entre los que para mi cabe destacar:
- Se refuerzan los lazos familiares: Con los ritmos de vida actuales, normalmente no dedicamos mucho tiempo a compartir toda la familia junta. ¡Los viajes son una buenísima oportunidad para hacerlo!.
- Se generan recuerdos felices de vivencias comunes: lo vivido durante un viaje en familia será algo que siempre se recordará con cariño y se rememorará felizmente en las reuniones familiares.
- Contribuye a que nuestros peques tengan una visión intercultural del mundo y de las personas, lo que les convierte en seres más tolerantes y respetuosos con la diversidad que les rodea.
- Favorece el aprendizaje y la capacidad de adaptación de nuestros peques a través de las numerosas experiencias vividas durante el viaje.
- Desarrollan una visión del mundo cómo protagonista del juego, sin necesidad de juguetes o elementos materiales. Cada lugar y cada experiencia son totalmente nuevos y descubrirlos se convierte en un juego en sí
- Viajar con tus peques te aportará su visión tan particular de las cosas y lugares. Aunque ya los hayas visitado, adaptándote a su ritmo y verlos a través de sus ojos hará que la experiencia sea totalmente distinta a las anteriores y mucho más enriquecedora también a nivel personal.
Y podría seguir enumerando aspectos positivos de viajar con los pequeñajos y hacer un post gigantesco, pero creo y espero que ya haya sido suficiente para convencerles.
¡Comenta si quieres compartir algún beneficio a tener en cuenta de viajar en familia!